Después de la devastación causada por el huracán Otis, el presidente Andrés Manuel López Obrador viajó a Acapulco para supervisar personalmente las acciones de apoyo a la ciudadanía y evaluar los daños en el puerto.
En su camino a Acapulco, el presidente enfrentó varios obstáculos, quedando varado en algunos tramos de la carretera debido a los deslaves provocados por el huracán. A pesar de estos contratiempos, López Obrador llegó a su destino la noche del miércoles, donde junto a la gobernadora Evelyn Salgado, lideró una reunión de evaluación de los daños.
El presidente contó en su conferencia mañanera del jueves 26 de octubre que, debido a los deslaves en la autopista México-Acapulco, tuvo que abandonar el Jeep de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en el que viajaba y cruzar a pie la comunidad llamada «kilómetro 39».
Para su fortuna, participantes de la Convención Internacional de Minería que se celebraba en Acapulco le ofrecieron «un aventón». López Obrador compartió que caminó varios kilómetros a pie, algo que le llenó de alegría, ya que recientemente había tenido problemas de carcañal y su terapeuta le había recomendado caminar para mejorar.