A pesar de su cercanía con Brasil, el país latinoamericano con mayor número de contagios y muertes, Uruguay ha logrado controlar la propagación del coronavirus.
Según la página EndCoronavirus, del Instituto de Sistemas Complejos de Nueva Inglaterra en Massachussetts, Estados Unidos, Uruguay es uno de los 43 países del mundo y el único de Sudamérica que le “está ganando” al virus.
Éstas son las claves del éxito del país:
Rapidez de reacción
Uruguay detectó sus primeros cuatro casos de coronavirus el 13 de marzo y el mismo día el gobierno declaró emergencia sanitaria, con suspensión de clases y espectáculos públicos y cierre de fronteras en las horas posteriores, entre otras medidas.
Disciplina de la población
Mientras en otras partes del mundo se tuvo que imponer un confinamiento obligatorio, que en varios casos incluía multas si se violaba la cuarentena, en Uruguay se llamó a un confinamiento voluntario de la población.
La gente acató la orden obedientemente por lo que el sistema sanitario no se saturó ni colapsó.
Características naturales
Otro factor importante es la característica demográfica del país, con una baja densidad de población (3,4 millones de habitantes) y sin grandes urbes.
Gracias a esto, las características de Uruguay permiten tener “un distanciamiento físico natural” que evita el contagio, según una declaración del representante de la OMS/OPS, Giovanni Escalante, a la agencia Efe.
Reanudación de actividades
Con un total de 27 muertes y 932 contagios desde mediados de marzo, entre ellos solo 83 casos activos, también Uruguay se convirtió esta semana en el primero de la región en reanudar las clases presenciales en todos los niveles de enseñanza.
Desde abril se retomó la industria de la construcción y en junio se activó el comercio en general y la autorización de espectáculos públicos sin aglomeraciones.
Golpe económico
Sin embargo, la economía uruguaya, al igual que la del resto del mundo, resintió el golpe económico causado por la pandemia.
Hay 200,000 trabajadores en paro y se proyecta una caída de alrededor del 3% del PBI este año. Un impacto leve, comparado al pronóstico del FMI de -9,4% para América Latina.