La cuarentena cambió la naturaleza de muchas relaciones; se llevó las esperanzas de las que empezaban a florecer; algunas se vieron obligadas a separarse; otras superaron los hitos más desafiantes como la convivencia 24/7; y otras parejas tuvieron que tratar sus problemas porque no tenían a dónde escapar.
Sin embargo, para muchas personas, la posibilidad de una reducción de los confinamientos provocó más agitación y ansiedad que los confinamientos sí mismos.
Según una investigación que realizó la Asociación Benéfica de Relaciones del Reino Unido, Relate, el 8% de las personas había decidido terminar con su pareja, el 10% dijo que el cierre les había hecho darse cuenta de que querían casarse y el 17% (y el 28 por ciento entre 16-34 años de edad) admitió sentirse ansioso sobre cómo cambiará su relación cuando se levantes por completo los bloqueos.
“La cuarentena intervino en los lazos humanos en muchos y diferentes sentidos, en los laborales, en los familiares, en las amistades y por supuesto, en las parejas. Obligó a estar y convivir con unos, y a permanecer lejos de otros. Resulta interesante pensar en esa ‘nueva normalidad’ de la vida cotidiana, que se ha instalado tan repentinamente con la llegada del COVID-19 y a la que los habitantes del mundo se han acostumbrado en no tanto tiempo. Está claro que la apertura se realizará de a poco, en fases. Sin embargo, ¿cómo viven los sujetos esa desescalada?”, sostuvo en diálogo con este medio Agustina Fernández, psicoanalista especialista en adolescentes y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
La flexibilidad gradual de la cuarentena extensa ya está despertando expectativas contrarias: por un lado la necesidad de salir y recuperar la libertad; por el otro, el miedo a una nueva adaptación a las diferentes áreas de la vida. Para Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo, “durante toda la cuarentena y para lidiar con la incertidumbre los seres humanos crearon mecanismos inconscientes de control, de certezas, para organizar cada día; y el futuro, sin tener aún un horizonte claro. Se hicieron adaptaciones para solventar la cotidianidad, sobre todo las parejas, con o sin hijos; familiares, trabajo, amigos; se limitaron los presupuestos, se redujeron al mínimo los proyectos personales y todo quedó bajo el dominio de la espera”
“Si bien el objetivo de superación sigue siendo el más ansiado, empiezan a parecer pensamientos y estados emocionales asociados a lo que vendrá. Sabemos que todo lo vivido no fue nada más que una pausa en la vida, para luego retomar lo que dejamos trunco; por el contrario, la experiencia a la restricción de la libertad, con todo lo que conlleva, dejará una marca en la memoria colectiva y en la capacidad para llevar adelante las acciones futuras”, explicó el experto a Infobae.
Para las parejas que vivieron juntas durante el encierro, este período podría ser su primera muestra de separación después de meses juntos. Y para aquellos que solo habían estado saliendo por poco tiempo, también puede ser su primera experiencia de verse en el contexto más amplio de su vida normal y de todos los amigos, colegas y responsabilidades que conlleva. Para ayudar a mantener la cercanía en medio de las crecientes demandas de tiempo y atención de cada socio a medida que el mundo se abre nuevamente, los expertos en relaciones aconsejan “programar el tiempo juntos como lo harían con un amigo”.
Muchas personas solas han prolongado sus diálogos virtuales con la finalidad de verse en algún momento. Las aplicaciones de contacto están siendo un recurso magnifico para conocer gente y establecer relaciones más duraderas.