Hace tiempo que el señor que lava los autos no se aparece por donde vivo, así que decidí llevar el mío a un lavado automatizado ahí por la avenida Huayacán de Cancún. El sitio lucía un tanto descuidado, pero el precio me pareció accesible y pasé a formarme para entrar a la máquina.
El encargado me dijo que yo tendría que permanecer a bordo al pasar por el túnel, pues, no había suficiente personal. De pronto, la fila dejó de avanzar y minutos después nos avisaron que el sistema había fallado y que nos devolverían el dinero.
¿Lo podrían lavar a mano? -pregunté. -le digo que no tenemos gente, -me respondió el encargado. Un tanto frustrado me dirigí hacia conocida plaza comercial que se encuentra sobre el Boulevard Colosio que tiene un auto lavado en el estacionamiento.
El costo, era ligeramente más alto que el anterior, pero al menos ahí atravesé el túnel sin problemas. Lo malo vino al descender del vehículo cuando pregunté por el tiempo de espera para el secado y limpieza de los interiores.
-Calcule usted una hora 40 minutos o una hora 45-, me dijo la dependiente. ¿¿¿Qué??? ¿Es broma? -Es que hay cuatro autos delante del suyo, ¡y no tenemos personal!
En efecto, eran solo dos jóvenes (que no hablaban español), quienes realizaban esa labor que, justo es reconocerlo, requiere un significativo esfuerzo físico. Resignado, opté por aprovechar el tiempo haciendo una caminata por los alrededores y premiar el ejercicio con unos deliciosos tamales en un restaurante cercano.
Cuando el capitán de meseros muy amablemente llevó la carta del menú, me advirtió que tendría que ser paciente porque no tenían suficiente personal. ¿Qué está pasando? – le pregunté. – Pues tal parece que ya nadie quiere trabajar o que al menos ya no quieren hacerlo en puestos que requieren determinado esfuerzo físico y someterse a un horario determinado.
Me explicó que muchos jóvenes, sobre todo, vienen a pedir chamba y después de dos o tres días dejan de acudir que, porque está muy pesado, les queda muy lejos o la paga no les parece suficiente. Estos ejemplos son solo un pequeño reflejo de lo que está pasando en todo el estado.
Sobre todo, en el sector turístico, restaurantero, de la construcción y de servicios. Líderes de la Cámara de la Construcción, aseguran que hay un déficit de entre un 15 y un 20 por ciento en mano de obra, mientras que autoridades municipales del trabajo en Benito Juárez señalan que hay 1,500 empresas que no han podido llenar su planta laboral.
En parte, el fenómeno tiene que ver con la pandemia que obligó a muchos trabajadores a regresar a sus lugares de origen y que hasta ahora no han vuelto.
Pero también hay quienes acusan que los programas de apoyo a los mentados ninis están creando una generación de jóvenes holgazanes y comodinos que simplemente no quieren trabajar. ¿Cómo para qué?
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