La historia de Jacqueline Woods es una de esas anécdotas difíciles de olvidar. Su ingeniosa venganza contra un antiguo novio infiel deja una huella en la memoria. Todo ocurrió hace 20 años, cuando Jacqueline descubrió que su pareja, sin razón aparente, le pidió un tiempo en la relación.
Pronto se dio cuenta de que ese «tiempo» era, en realidad, su joven aprendiz junior, con quien la habían estado engañando durante mucho tiempo. Esta revelación la dejó extremadamente molesta, y en lugar de confrontarlo directamente, decidió tomar medidas drásticas para hacerlo pagar.
Su venganza fue creativa y repugnante a la vez: escondió salsa marinara de mariscos, específicamente de pulpo, debajo del asiento del auto de su exnovio. Para ello, quitó la tapa de una lata de aerosol, la llenó con la maloliente mezcla y la roció.
El asiento, con sus resortes, resultó ser el escondite perfecto para su plan. Pronto, tanto el hombre como su nueva novia comenzaron a sentir las consecuencias, especialmente porque esto sucedió en pleno invierno. Se vieron obligados a viajar durante meses con las ventanas abiertas para evitar el mal olor y, como resultado, se congelaban todas las mañanas debido a las bajas temperaturas de la ciudad.
Jacqueline buscaba que sufrieran de la misma manera que ella había sufrido. «Era miserable, pero me hizo sentir maravillosa», comentó en una entrevista.
Aunque esta historia puede parecer exagerada, es un ejemplo de cómo la creatividad y el ingenio pueden ser herramientas poderosas para superar situaciones difíciles. No se trata de alentar a la gente a tomar represalias de esta manera, pero la historia de Jacqueline nos muestra que a veces, la mejor manera de superar una traición es encontrar algo que nos haga reír.